El sufrimiento de los evacuados

Antje Naujoks

Durante el 7 de octubre, Israel tuvo que hacerse cargo de un gran número de personas que habían escapado del ataque terrorista en el suroeste. Solo habían podido salvar sus vidas y había que cuidarlos. Luego vinieron los evacuados de la zona de combate que pudieron llevarse al menos lo que necesitaban. Cuando la situación empeoró en el norte, en la frontera con el Líbano, el gobierno decidió evacuar también las aldeas directamente en la frontera. En muy poco tiempo hubo que alojar a 130.000 israelíes. El gobierno los distribuyó a expensas del Estado en 97 ciudades y cientos de hoteles. Quienes se alojaban en privado, ya fuera con familiares o amigos, recibían una compensación económica. Las condiciones de alojamiento eran difíciles, ya que las familias de varios miembros tenían que arreglárselas en pequeñas habitaciones de hotel. Aunque se les proporciona comida, hay escasez de médicos en todas partes. Fue necesario organizar grupos de juego y guarderías para los niños más pequeños, y los mayores recibieron lecciones escolares. Las personas, algunas de las cuales están gravemente traumatizadas, necesitan atención social y pastoral. Esta no es una situación para unos días y semanas, pero la gente tiene por delante meses en los que tendrá que improvisar. Se añadió más presión porque muchos no pueden llegar a sus lugares de trabajo y, por lo tanto, se quedan sin ingresos. Las agencias gubernamentales tardaron en avanzar con los planes de compensación.

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