El mayor dilema en la guerra

Fredi Winkler

El mayor dilema en la guerra de Israel contra Hamás en Gaza sigue siendo, a la hora de escribir estas líneas, los más de cien rehenes civiles que siguen en manos de los terroristas de Hamás desde el 7 de octubre; y a ellos se les agregan los soldados secuestrados. Entre los rehenes hay niños pequeños, ancianos y mujeres soldados, y no se sabe quiénes siguen realmente con vida. 

El verdadero objetivo del ataque a Israel del 7 de octubre era que Hamás tomara rehenes para chantajear a Israel. Se trataba sobre todo de liberar a miles de terroristas palestinos que están en las cárceles israelíes, pero parece que algo se les fue de las manos en toda la operación. 

Es posible que los dirigentes de Hamás no pensaran que su ataque desembocaría en una guerra total. Probablemente esperaban negociar con Israel y tener en sus manos una poderosa baza con los rehenes. Obviamente, la organización terrorista no se esperaba que Israel reaccionara como una leona a la que le robaron sus cachorros. 

Israel ya ha librado toda una serie de pequeñas guerras contra Hamás en Gaza, desafiado por el continuo lanzamiento de cohetes palestinos contra la población civil israelí. Pero lo ocurrido el 7 de octubre fue el absoluto colmo. Israel se vio obligado a poner fin a la pesadilla de Gaza de una vez por todas. 

Todo el pueblo de Israel está de acuerdo en que, esta vez, hay que ir hasta el final. Lo sorprendente y notable es que la población no judía también apoya mayoritariamente al Estado. En los combates murieron soldados drusos y beduinos. También participan soldados de otras minorías, incluidos grupos cristianos. En síntesis, parece que esta guerra está uniendo más a la población del país y la está llevando a un denominador común, y este denominador es la voluntad de demostrar que es posible convivir en paz con respeto mutuo, a pesar de las diferencias religiosas o políticas.

Esto, lamentablemente, no suele ser el caso entre los propios judíos. En el Gobierno actual están representados grupos judíos muy diferentes y, por desgracia, también algunos extremistas que no están dispuestos a transigir. Es probable que Netanyahu lo tenga cada vez más difícil con ellos en el Gobierno, porque Israel no está librando esta guerra solo. 

Está Estados Unidos, un factor importante en esta guerra; luego hay que considerar también a los Estados árabes con los que Israel está aliado. Además, casi todo el mundo está implicado de alguna manera, como demuestran el conflicto con los houthis de Yemen y la lucha por la libertad de navegación en el mar Rojo. 

Probablemente será difícil para Netanyahu poner fin a la guerra con su actual coalición gubernamental —pero hay otros que podrán tomar el relevo de los extremistas.

En general, el pueblo de Israel ha comprendido que solo la unidad puede hacerlo fuerte. Al principio de la guerra, un árabe musulmán escribió con grandes letras en una pizarra encima de su puesto de comida: “¡Juntos venceremos!”. 

Lo que está ocurriendo entre Israel y Hamás en Gaza es, en última instancia, una guerra entre la luz y la oscuridad, entre la malicia y el humanitarismo. Incluso muchos árabes de Gaza están cobrando valor al ver que el régimen de Hamás empieza a desmoronarse, a tal punto que algunos pidieron a los soldados israelíes: “Por favor, quédense aquí y libérennos de este Gobierno del terror”.

Sí, ¡que Dios nos ayude, y conceda al Estado israelí y su ejército el poner fin al régimen de terror en Gaza!

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