Una respuesta a la cuestión del sufrimiento

Norbert Lieth

“En cuanto a mí, veré tu rostro en justicia; Estaré satisfecho cuando despierte a tu semejanza” (Sal. 17:15). 

“Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse” (Ro. 8:18).

La pregunta sobre el sufrimiento y el “por qué” permanecerá durante toda su vida: Nick Vujicic nació sin brazos ni piernas; ni siquiera podía abrir una caja de juguetes sin ayuda. Sus padres lo amaban, sin embargo, él no se sentía más que una carga. Durante años buscó una explicación racional hasta que se dio cuenta de que ni siquiera eso le ayudaría. Necesitaba paz, más que brazos y piernas. En la Biblia encontró Juan 9. Un hombre es ciego de nacimiento y los discípulos le preguntan a Jesús quién pecó, el hombre o sus padres. La respuesta de Jesús se convirtió en la respuesta personal de Nick: “No es que pecó éste, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él” (Jn. 9:3).

Este versículo cambió toda su vida. Nick encontró su equilibrio en Dios y cambió su perspectiva sobre sí mismo y su vida. Hoy viaja por el mundo como orador motivacional y demuestra con su carisma y humor que el propio sufrimiento también puede convertirse en un trampolín para la vida.

Puede ser que no obtengamos las respuestas a nuestras preguntas en este mundo. Sin embargo, Dios no nos dejará sin respuesta; la oiremos a más tardar en la Eternidad.

Cuando Jesús dice al Padre celestial: “Padre justo” (Jn. 17:25), podemos creerle. El que sufrió como nadie, el que también se hizo la pregunta del “por qué” (Mateo 27:46), ha sido resucitado, glorificado, elevado a la diestra de Dios y es el Salvador del mundo. Aquí percibimos que el Señor utiliza todo lo que hace para un propósito mejor. La miserable cruz se ha convertido en el triunfo más sublime de Dios para la redención. El sufrimiento es un camino amargo que conduce a una meta gloriosa. “He aquí, yo hago nuevas todas las cosas”, es cierto y verdadero (Apocalipsis 21:5). Podemos descansar en el hecho de que Dios está haciendo bien todas las cosas.

Pablo escribe a los cristianos perseguidos de Tesalónica: “Estad siempre gozosos” (1 Ts. 5:16). ¿Por qué? Porque podemos saber que lo mejor y más hermoso está por venir y que todo saldrá bien.
Dietrich Bonhoeffer, condenado a muerte por el régimen nazi, escribió: “La resurrección de Cristo deja claro que tenemos un futuro. Aunque el sufrimiento y la muerte no pierden nada de su amargura, sin embargo, aparecen bajo una nueva luz”.

Y el escritor alemán Hartmut Jaeger, en un artículo sobre el sufrimiento, afirma:

“Leí una hermosa frase: ‘Incluso los sufrimientos, lo más misterioso de este mundo, pierden su gran significado en una vida que tiene una continuación infinita’. Tras la muerte corporal seguirá una eternidad sin fin. Esto no es un consuelo barato, como a menudo se nos acusa a los cristianos, sino una esperanza viva”.

Dicho con palabras de la Biblia: “Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria” (2 Co. 4:17).

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