Ulrico Zuinglio, el reformador suizo

Michael Kotsch

Martín Lutero es probablemente el más popular de los reformadores. Es sin duda el representante más destacado de la Reforma, este movimiento de renovación eclesiástica del siglo XVI. Pero en las diversas regiones de Europa, muchas otras personas lucharon por las mismas ideas. En la Suiza de habla alemana se recuerda especialmente al reformador de Zúrich, Ulrico Zuinglio.

Europa atravesaba una profunda crisis a finales de la Edad Media. La confianza en las autoridades establecidas se tambaleaba, especialmente en la Iglesia católica. La compra de cargos, la corrupción y la inmoralidad eran generalizadas y de conocimiento público. En ocasiones, varios papas luchaban por el poder al mismo tiempo y abusaban de su cargo religioso para obtener beneficios militares o financieros. Como consecuencia, el escepticismo y la superstición se extendieron entre los pueblos llanos.

El innovador
En 1519, a petición de los gremios, Zuinglio fue nombrado sacerdote del pueblo de la iglesia principal de Zúrich, la catedral Grossmünster. El ambicioso y culto sacerdote, que ya se había hecho un nombre, fue elegido por razones de prestigio. Desde el principio, hizo caso omiso del orden de las perícopas [Histórica y bibliográficamente el término se utiliza para designar a algunos evangeliarios abreviados que contienen solo los pasajes necesarios para la misa, según el calendario litúrgico, NdelT] prescrito por la Iglesia y, en su lugar, interpretaba los libros bíblicos en orden, comenzando por el Evangelio de Mateo. De este modo, Zuinglio quería presentar la Biblia a sus oyentes en su contexto e incluir también pasajes que habían recibido poca atención. En general, la Biblia se convirtió para él en su principal objetivo para la teología y la práctica congregacional. En los años siguientes, Zuinglio se opuso a la veneración de imágenes, reliquias y santos, así como al celibato y a la interpretación católica de la Cena del Señor, porque no podían justificarse en base a la Biblia.

Mientras 2,500 de los 7,000 habitantes de Zúrich morían durante una epidemia de la peste (verano de 1519), Zuinglio atendió con devoción a los infectados y a sus familiares. Él mismo cayó tan enfermo que ya corrían rumores sobre su muerte. Representantes de la política papal, como el cardenal valaco Matthäus Schiner, intentaron disuadir a Zuinglio de sus simpatías por las ideas de la Reforma mediante la persuasión y ofertas de ayuda médica. Finalmente, Zuinglio se recuperó a pesar de las aventuradas terapias médicas. Sin embargo, durante más de un año sufrió fiebre, ataques de debilidad y pérdida de memoria.

El disgusto de Zuinglio con la Iglesia católica de su tiempo no solo se encendió por cuestiones directamente espirituales. Entre otras cosas, se opuso también al sistema mercenario. Ya en el siglo XV era costumbre pagar a los consejeros suizos una “pensión” por el derecho a reclutar mercenarios en la región correspondiente. En aquella época, los soldados suizos luchaban en todos los campos de batalla de Europa. Zuinglio los criticó por “matar a la gente por dinero” y, en su mayoría, terminaban enfermos física y mentalmente. Bajo la influencia de los sermones de Zuinglio, los concejales de Zúrich prohibieron las pensiones para el reclutamiento de soldados suizos y anularon sus contratos de soldado.

La exigencia de Zuinglio de confiar en la Biblia y no tanto en los conceptos humanos y eclesiásticos llevó a una ruptura demostrativa con los mandamientos católicos de ayuno antes de la Pascua de 1522. En particular, la ingesta de longanizas ahumadas en el taller del conocido impresor de libros Christoph Froschauer (1490-1564) dio lugar a polémicas discusiones. Zuinglio se pronunció claramente en contra de las normas de ayuno de la Iglesia en un escrito sobre la libertad alimentaria (Von Erkiesen und Freiheit der Speisen).

Las declaraciones de Zuinglio despertaron la ira del papa Adriano VI, que le prohibió el púlpito y pidió al Consejo Municipal de Zúrich que proscribiera al sacerdote por hereje. Para aclarar públicamente estas cuestiones de tradición católica, en enero de 1523 se celebró la Primera Disputa de Zúrich. En sus 67 artículos o “conclusiones” (tesis), Zuinglio convenció a los ciudadanos de que ahora debían decidir independientemente sobre cuestiones de fe utilizando la Biblia como base de argumentación; la gente ya no quería someterse sin contradicciones a la autoridad eclesiástica. Las propuestas de reforma de Zuinglio fueron unánimemente aceptadas: se restringieron o abolieron las imágenes de santos, los monasterios, la confesión, la confirmación, las procesiones y la unción de los enfermos. Tras la Segunda Disputa de Zúrich (otoño de 1523), los pastores estaban obligados a predicar únicamente según la doctrina bíblica (protestante). Se concedieron más derechos a las congregaciones individuales y a los laicos. Las donaciones, que hasta entonces se utilizaban para financiar las misas por las almas de los difuntos, debían destinarse ahora a escuelas y al apoyo de los pobres.

En lugar de ornamentadas misas católicas, se organizaron reformados y sobrios servicios de la palabra (1525). Durante un tiempo se prescindió incluso de la música en la iglesia. La Cena del Señor solo se celebraba cuatro veces al año como servicio conmemorativo. En contraste con la variante católica, ahora se servía pan y vino a todos los miembros de la congregación.

Zuinglio también abogó por la eliminación de las múltiples decoraciones pictóricas de las iglesias de la época. Temía que cuadros, estatuas y tallados solo distraerían del sermón y de la concentración en Dios. “La decoración exterior de la iglesia no es más que un engaño”, formuló Zuinglio. En definitiva, el interior de la iglesia solo ­debía decorarse con versículos bíblicos. Sin embargo, había que proceder con cautela a este respecto para no ahuyentar a nadie. Aunque Zuinglio se pronunció claramente en contra de la decoración de la iglesia con imágenes, porque temía su abuso religioso, era definitivamente un amigo del arte fuera de la iglesia: no solo disfrutaba escuchando música, sino que dominaba nueve instrumentos diferentes. El cristiano podía disfrutar del arte y complacerse en él, pero no debía utilizarlo como imagen de lo sagrado, decía Zuinglio. “Afirmo y reconozco: la pintura y la escultura son dones de Dios”.

En un seminario teológico recién fundado (el Prophezey), los pastores de la ciudad poco a poco iban traduciendo y explicando la Biblia. En 1525 apareció el Commentarius de vera et felsa religione de Zuinglio, la primera dogmática completa de la Reforma. En estrecha colaboración con el reformador Leo Jud, Zuinglio tradujo la Biblia al alemán (Biblia de Zúrich) entre 1524 y 1529. Fue publicada por el impresor y amigo suyo, Christoph Froschauer.

El adversario anabaptista
Solo el rápido crecimiento del grupo de partidarios de la Reforma en Zúrich y otras ciudades suizas impidió por el momento que el movimiento fuera reprimido violentamente por la confederación católica. A pesar de todo, también en Suiza ocurrieron ejecuciones de cristianos protestantes.

Entre los seguidores de Zuinglio surgió una facción que no encontraba suficientemente coherente el planteamiento del Reformador. En vista del fin del mundo que pronto se avecinaría, este grupo rechazó con vehemencia cualquier mezcla de Estado e Iglesia. Los verdaderamente piadosos debían unirse y distanciarse del resto del mundo. Como signo de su conversión consciente a Dios, debían bautizarse. Con este bautismo de fe se posicionaron en contra del bautismo sacramental de los niños. En sus sermones, sin embargo, Zuinglio logró convencer a la mayoría de los ciudadanos de que Dios cuidaba de los hijos de los piadosos y les concedía su gracia en el bautismo.

Como los anabaptistas se negaban a bautizar a sus hijos y, en cambio, se bautizaban ellos mismos como adultos, el consejo de Zúrich tomó medidas masivas contra ellos. Después de que las conversaciones no dieran fruto, fueron expulsados del país. Si no acataban esta decisión, se les amenazaba con la ejecución. El rebautismo se consideraba un cuestionamiento fundamental de la autoridad eclesiástica y estatal y, por tanto, un daño duradero al orden público. Por orden del parlamento de la ciudad, Felix Manz, el primero de otros muchos rebautizadores, fue ejecutado siendo ahogado en el río Limago en 1527. Muchos de los que lograron escapar fueron detenidos, condenados y asesinados en otros lugares por católicos, luteranos y reformados. Varios miles de anabaptistas murieron por su fe durante la Reforma. Más tarde se les llamó Menonitas en honor a uno de sus predicadores.

La lucha por la Reforma
En la década de 1520 se agudizó el conflicto entre Zuinglio y Lutero. En particular, los reformadores no pudieron llegar a un denominador común sobre la interpretación correcta de la Cena del Señor. Lutero veía la Cena del Señor como un acto en el cual Cristo estaba presente en el pan y el vino y obraba en el creyente, mientras que Zuinglio la entendía meramente como una expresión de comunión cristiana y como un recordatorio de la muerte por sacrificio de Jesucristo. Aparte de la comprensión de la Cena del Señor, los reformados (entre ellos Zuinglio) y los luteranos coincidieron en gran medida en una reunión en Marburgo en el año 1529 (Artículos de Marburgo). Sin embargo, no pudieron decidirse a una cooperación más estrecha. Los movimientos de Reforma en Alemania y Suiza siguieron sus propios caminos durante las décadas siguientes.

Con la participación de Zúrich, la Reforma logró establecerse tanto en Berna (1528) como en Ginebra. La doctrina protestante se impuso también en San Gallen, Basilea, Schaffhausen, Biel y Mulhouse. En este proceso, los zuriquenses no escatimaron apoyo militar a los grupos reformados de las respectivas ciudades. Zuinglio también participó indirectamente en tales decisiones como “consejero”.

En los años siguientes (1526-1531), el enfrentamiento entre las regiones católicas y reformadas de Suiza se agudizó cada vez más. Al Sonderbund, la alianza de los cantones católicos, se opuso la alianza defensiva de los cantones reformados (Christliches Burgrecht). Finalmente, los católicos buscaron el apoyo del rey Fernando de Austria y del emperador Carlos V, mientras que los reformados trabajaban en una alianza con Francia, Hungría, Venecia y Hesse. Zuinglio participó como predicador de campo en los conflictos bélicos que surgieron a raíz de estas contiendas. En la batalla de Kappel am Albis, cerca de Zúrich, las tropas reformadas fueron sorprendentemente derrotadas (1531). Aquí también perdió la vida Zuinglio. Para humillar al pueblo de Zúrich, su cuerpo fue descuartizado y quemado. La posterior Segunda Paz de Kappel condujo a la parálisis de los reformados y a una oleada de recatolización, sobre todo en las regiones cercanas a San Gallen y en Argovia.

Pero el sucesor de Zuinglio en Zúrich, su antiguo colega Heinrich Bullinger (1504-1575), consolidó la Reforma y creó la Segunda Confesión Helvética, una declaración de todos los reformados de Suiza que aún hoy ejerce una influencia formativa. Los escritos de Zuinglio ya eran muy leídos durante su vida y siguieron teniendo repercusión durante siglos. La traducción de la Biblia de Zúrich y la serie de interpretaciones bíblicas del seminario Prophezey también se remontan a su iniciativa.

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